MOLESTIAS EN LA INSERCION DEL ISQUIO Y GLUTEO

Cuando aparece un dolor en el trasero pero su causa no está en el glúteo sino en los isquiotibiales, puede que se trate con bastante probabilidad de una afección del tendón proximal de los isquiotibiales. Es una tendinitis frecuente en atletas, que suele comenzar con  un dolor profundo en las nalgas e incluso llega a irradiar al hueco poplíteo (parte posterior de la rodilla) por la proximidad del nervio ciático a la zona inflamada. El dolor aumenta al correr, pero también está presente cuando se está sentado sobre superficies duras, en especial sobre el sillín de la bicicleta.


Los isquiotibiales son los músculos de la parte posterior de la pierna y se llaman así porque se originan en la tuberosidad isquiática de la cadera y de ahí sus fibras descienden para insertarse en la parte posterior de la tibia y en la cabeza del peroné. Se componen de tres músculos: el semimembranoso y el semitendinoso  situados en la cara medial del muslo, y el bíceps femoral más externo. Cruzan la cadera y la rodilla, lo que les permite actuar sobre ambas, siendo a su vez flexores de la rodilla y extensores de la cadera. En carrera la función de “los isquios” es principalmente excéntrica, desacelerando la extensión de la rodilla mientras la cadera está flexionada la mayor parte del tiempo.

Por ello en unos femorales poco elásticos las elevadas fuerzas de tracción producidas en el isquión durante la carrera crean el escenario perfecto de la lesión músculo tendinosa. Existe una prueba significativa para determinar con exactitud esta lesión y es la modificación de la “Puranen-Orava” en la que estando de pie debes colocar la pierna sobre una superficie elevada e inclinar el tronco hacia la pierna para tratar de agarrar los dedos de los pies, flexionando un poco la rodilla descargarás tensión de los tendones de la corva y desencadenará dolor en la inserción en el isquión.

En los casos en los que las tendinitis persisten meses es interesante realizar una ecografía o una resonancia magnética para valorar el grado de afectación de la estructura tendinosa, si existen desgarros parciales o totales lo que determinará el protocolo de rehabilitación más adecuado. Así, la literatura científica se refiere a tratamientos exitosos llevados en casos de tendones degenerados, orientados a estimular la producción de proteínas y reorganizar la estructura  tendinosa mediante masajes transversales, fricciones profundas, ultrasonidos y ondas de choque.
Hay un tratamiento muy eficaz en la reorganización de la estructura del tendón y es el ejercicio excéntrico. Se ha demostrado que este tipo de contracciones musculares tienen un efecto positivo de estimulación y síntesis del colágeno, normalizando y alineando la estructura interna del tendón, reduciendo su inflamación y mejorando sus prestaciones funcionales. Por ello te recomiendo que realices un programa de ejercicios excéntricos preferiblemente supervisados por un fisioterapeuta, comenzando en cadena cinética abierta (sin apoyo del pie en el suelo) y sin peso, para ir progresando en dificultad y nivel de exigencia. Son fantásticos los puentes isométricos, sin y con fitball, primero a dos y posteriormente a una pierna, las zancadas al frente o “splits”, los ejercicios de propiocepción manteniendo el equilibrio a una pierna y llevando el cuerpo hacia delante tipo “la postura del avión de yoga” y los “curls nórdicos”. Estos últimos son de gran rentabilidad, estando de rodillas y sujetando los pies por detrás en la espaldera, debes frenar el cuerpo evitando su caída hacia adelante de  manera controlada, para lo cual te será de gran ayuda colocar unas  bandas elásticas en torno al pecho para reducir la intensidad y facilitar el frenado excéntrico con tus isquiotibiales.



fuente SPORT LIFE

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